(Gregorio Salvador, académico y exvicerrector de la Real Academia Española)
Hace unos días, un insolente extraño me tocó el moño y me hizo fruncir el ceño al empeñarse en decir que los españoles tendríamos que eliminar la ñ porque le resultaba difícil encontrarla en los teclados. El muy peñazo añadió que tendríamos que sustituirla por nh como los portugueses. Le hice notar mi enfurruño y le dije que no se llevase a engaño porque cualquier teclado internacional incluye ya la ñ, al igual que incluye la ç que se usa poco y menos. Entonces, una señal como una montaña de grande me hizo un guiño: tenía que hacer en mi Blog un pequeño homenaje a la ñ.
La ñ es la letra de España y de los españoles; la letra de los sueños y de los soñadores. Sin ella no pasarían los años, no nacerían retoños, no tendríamos niños, no comeríamos pestiños ni castañas y nadie nos daría cariño. Y -¡casi lo peor de todo! no podríamos bebernos ni una piña colada ni una caña bien fresquitas en buena compañía.
La ñ es esa letra tan singular del sombrerito al que algunos llaman moñete o rayita y que, en realidad, se llama virgulilla.
Breve historia de la ñ
La letra ñ nunca existió en latín, aunque el idioma sí demandaba un sonido nasal palatal para el que se apañaron, durante la Edad Media, combinaciones como ng, nj, nig, ing y hasta la simple n suelta. Así que los distintos idiomas hijos del latín fueron eligiendo su sonido: los franceses adoptaron gn, al igual que los italianos. Y los portugueses se quedaron con el nh. Los españoles optamos por el sonido nn. Andando el tiempo y con la maña que se daban los escribanos para abreviar todas las grafías, con el fin de escribir a toda caña, la segunda n se fue haciendo cada vez más pequeñita hasta que acabó montada sobre la primera y convirtiéndose en una letra independiente, con identidad propia. En el año 1942, Antonio de Nebrija la incluía en la primera gramática castellana.
Grafología de la ñ
En grafología, la interpretación de la ñ es la misma que la de n pero con un añadido: un signo de puntuación, la virgulilla que, de no ser tenido en cuenta en el escrito, sería uno de los signos de falta de atención a los detalles, al igual que lo son la falta del punto de la i, de las tildes o de la barra de la t. La colocación adelantada o retrasada de la virgulilla se interpreta, igual que el punto de la i, como impulsividad, iniciativa (adelantada) o inhibición, freno, retraimiento (retrasada), siempre, claro esta, interpretada en conjunto con otros gestos gráficos.
Espero que os haya gustado este guiño hacia nuestra eñe, más española que las castañuelas. Os invito a dejar en “Comentarios” palabras curiosas que conozcáis con la letra ñ o vuestras impresiones sobre este artículo.
¡Viva la ñ!
[La Gramática Castellana, de Antonio de Nebrija, 1492, se encuentra completa digitalizada en la Biblioteca Digital Hispánica, Biblioteca Nacional de España]Sandra Cerro – Grafóloga y Perito calígrafo

Muy interesante Sandra! Aunque solo un detalle, cuando hablas de nn, ng, nh…(falta ny), sería apropiado hablar de letra, de grafía, no de sonido, ya que son similares si no idénticos.
Muy interesante saber que su estandarización se dio a partir de 1492. Un saludo
Hola, José Luis! gracias por tu comentario. Hablo de sonidos porque lo que se buscaba con esas letras era el sonido nasal palatal; es decir, son letras que buscan resolver un sonido que no existía y cada uno se apañó como pudo o eligió 🙂
Ñoño,señal,señorita,isleño,aliño,ESPAÑA.coño!!!
Buena informacion
Me gustaría añadir también, siguiendo el razonamiento, que esta necesidad los españoles la hemos resuelto de tres maneras distintas: con la ñ, con la ny y con la nh. No le hacemos ningún favor a la convivencia cuando por ignorancia o de mala fe ninguneamos a unas lenguas frente a otras. Desconcierta ver cómo se recurre a lenguas extranjeras para ilustrar un fenómeno que se da entre las lenguas propias.
¡Un saludo!