Una de las competencias que más solicitan las empresas, en los procesos de selección de candidatos, en estos últimos tiempos cambiantes y agitados, es la tolerancia a la ambigüedad.

Los tiempos que nos han tocado vivir son cambiantes, además, cambian a una velocidad tan increíble que nos desconcierta y, en ocasiones, nos genera desasosiego y ansiedad el tener que correr para adaptarnos a todas las novedades que nos invaden día a día.

La mayor parte de las veces, esos cambios y novedades nos arrancan de cuajo de nuestra zona de confort y nos obligan a salir de ella, sin que nos dé prácticamente tiempo a pensarlo.

Antes de darnos cuenta ¡estamos fuera! ¿Y qué hacemos entonces?

Ya no se trata solo de adaptarse a los cambios, sino de no tenerles miedo y ser capaces de enfrentarlos y acostumbrarnos a vivir en terreno pantanoso y plagado de incertidumbre.

Lógicamente, no todos estamos preparados de igual forma para levar anclas y salir de nuestro puerto seguro. Hay personas que se adaptan más y mejor a los cambios y a las sorpresas que otras y, las que sí se adaptan, lo hacen en distinto grado de intensidad, viendo afectada en mayor o menor medida la esencia de su personalidad.

En este artículo, vamos a conocer, en primer lugar, cuáles son los rasgos de personalidad que caracterizan a las personas con alta tolerancia a la ambigüedad y, en segundo lugar, revelaremos algunas de los rasgos de su escritura en los que podemos detectarlas con cierta anticipación.

Esto resultará útil a responsables de recursos humanos, si no quieren que los cambios, el estrés, los eventos imprevistos y la constante ambigüedad de las situaciones en el contexto empresarial, se coman de un bocado a sus candidatos recién estrenados en un puesto.

Tolerancia a la ambigüedad: rasgos psicológicos.

Tolerar la ambigüedad significa tener una cierta capacidad de anticipación para preverla, es decir, estar preparado para cuando esa guantada inesperada llegue. Esto supone cierta perspectiva amplia y visión panorámica del entorno.

También implica valentía y arrojo, ausencia de miedo al futuro o a las situaciones no esperadas, sorpresivas o sobrevenidas sin previo aviso. ¡Nada de inseguridad!

Un timón que hay que sujetar firmemente es la capacidad de autorregulación y gestión de las propias emociones, al que se suma la capacidad de empatía y compasión hacia las emociones ajenas, sobre todo si se trata de trabajar en equipo.

La autoconfianza en este punto también es muy importante. Esa creencia convencida y certera en que se dispone de recursos valiosos para enfrentar cualquier situación, y que no sólo se conocen esos recursos, sino que además se saben gestionar adecuadamente.

Por supuesto, un estilo de razonamiento ágil ayudará a enfrentar con rapidez la primera gran ola que ose hacer zozobrar el barco, y buscar soluciones rápidas ante la coyuntura ambigua o incierta que pueda emerger, en un momento dado.

Un talante irreflexivo y con capacidad para la improvisación sobre la marcha son también rasgos importantes. Estos favorecen, no sólo el gesto de enfrentar la embestida del cambio o suceso inesperado, sino ayudan además a nadar entre el agitado oleaje, buscando y encontrando estrategias para sortear la peligrosa espuma, sin necesidad de abandonar el barco.

Y, por último, la tolerancia a la frustración y la capacidad de resiliencia son fundamentales para que, en caso de que fatalmente se hunda el barco, poder salir a flote aferrándose a un salvavidas cargado de experiencia, aprendizaje y sabiduría.

Grafología de la tolerancia a la ambigüedad ¿Cómo se detecta en la escritura?

La técnica grafológica recoge aquí toda una serie de gestos que, de forma inevitable, aluden a la zona gráfica derecha ¡Todo a babor! Ante la incertidumbre y la ambigüedad no existe el miedo a avanzar y, cuando escribimos, lo hacemos avanzando a la derecha:

  • La inclinación de las letras será dextrógira y siempre vibrante.
  • La cohesión es necesariamente ligada o agrupada, con presencia de ligaduras altas.
  • La dinámica de la proyección será progresiva, avanzando y simplificando el movimiento escritural hacia la derecha.
  • El margen derecho se presenta pequeño o incluso ausente, lo que indica seguridad, valentía, ausencia de miedo al abismo de la hoja.
  • El tamaño de la escritura será normal, garantizando la objetividad y el realismo, con ligera tendencia al sobrealzado del cuerpo central como signo de autoconfianza y amor propio.
  • Las palabras estarán bien asentadas sobre la base del renglón, serán extendidas y flexibles, signo imprescindible de tolerancia y adaptabilidad.
  • El movimiento gráfico no tiene por qué ser demasiado regular pero sí armónico, avanzando sin freno y sin tropiezo por todo el recorrido del texto.
  • La forma de las grafías será curva o mixta, con cierta personalización y originalidad que conduzcan hacia un pensamiento divergente y creativo, amante de la innovación y con apertura al cambio, a lo desconocido y a lo incierto.
  • La velocidad ágil y rápida, lo que conlleva cierta simplificación del gesto gráfico y puntuación adelantada.

En grafología, cuando se trata de seleccionar aptitudes que conllevan implícitos procesos dinámicos, fortaleza y energía vital, siempre resulta imprescindible evaluar con presteza más el movimiento que la forma de las letras.

Cuanto más dinámica, vibrante y flexible sea una escritura (dentro de los límites de cierto autocontrol emocional), mayor será su propensión hacia la actitud activa, enérgica e impulsada hacia el logro, que favorezcan la mejor adaptación a cualquier impacto imprevisto y la adopción de estrategias para amoldarse a sus consecuencias.

Creo que con este conjunto de gestos gráficos podríamos construir ya un retrato robot de la personalidad con tolerancia a la ambigüedad.

Esta competencia, como puede verse, arrastra elementos de otras que también trabajamos en nuestro catálogo de competencias y en los cursos de grafología, como son la capacidad de adaptación, la resistencia al estrés, la gestión de crisis o la capacidad de resiliencia.

Espero que esta pequeña guía ayude a los reclutadores de recursos humanos a encontrar a esos candidatos valientes y expertos en sortear grandes olas, en medio de este mar de situaciones extrañas, estresantes y confusas, en el que con demasiada frecuencia nos toca navegar.

En el video que acompaña a este artículo, propongo una pequeña práctica para que podáis aplicar lo explicado aquí y comprobar, por vosotros mismos, si sois capaces de descubrir las escrituras de personas con alta y con baja tolerancia a la ambigüedad.

¡No os perdáis la práctica a continuación! Una pista: fijaos, sobre todo, en el movimiento y la armonía del gesto. ¡Ánimo con el reto!

Sandra Cerro – Grafóloga y perito calígrafo

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Tolerancia a la ambigüedad ¿cómo detectarla con grafología?
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Tolerancia a la ambigüedad ¿cómo detectarla con grafología?
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