Siempre digo a mis alumnos que la mejor forma de aprender grafología es observando escrituras, comparándolas con otras y tratando de imaginar a los autores de las mismas en un contexto situacional concreto. Les pregunto ¿cómo actuaría esta persona con esta escritura y en esta situación?

Estoy me dio la idea para relatar, en artículos y videos de mi canal de Youtube, historias de escrituras que consiguieron cambiar destinos. Historias de personas que, de haber sido -y escrito- de otra forma hubieran llevado a otras por un camino muy diferente, en la encrucijada de su vida. El primer capítulo de esta serie se lo dedico a Elizabeth Taylor y a cómo salvó la vida de Montgomery Clift.

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Elizabeth Taylor y el destino de Montgomery Clift

El otro día leí por casualidad una anécdota que me vino que ni al pelo para esta práctica habitual en mis clases. La escritora Cristina Morató, que ha realizado el retrato biográfico de muchas mujeres históricas y célebres, relataba cómo la actriz Elizabeth Taylor salvo la vida de su íntimo amigo el también actor Montgomery Clift. Después de leer la historia me surgió el impulso de buscar inmediatamente la escritura de Liz Taylor. Y entonces, lo entendí todo.

Os lo cuento brevemente porque no quiero liarme con datos biográficos pero es que esta anécdota merece mucho la pena para identificar la escritura, no sólo con la personalidad, sino también con el modo de actuar previsible ante una determinada coyuntura.

Elizabeth-Taylor-Grafologia

Después de una fiesta de amigos en casa de la actriz, Montgomery Clift salió conduciendo, bastante perjudicado por el alcohol – y seguro que por alguna sustancia más-, de la casa de la actriz. A pocos kilómetros del punto de origen, el actor sufrió un aparatoso accidente al chocar contra un poste de telefonía. Un coche que le seguía y que visionó todo el suceso, corrió a buscar ayuda. El grupo de personas que había en la fiesta salió alertado desde la casa de la actriz hasta el lugar del siniestro.

Clift, entre el amasijo de hierros, con un grave traumatismo y signos evidentes de asfixia, luchaba por su vida.

¿Y qué ocurrió entonces? No había tiempo de esperar a los servicios médicos, así que Liz, ni corta ni perezosa, se abalanzó contra el cristal del maletero, lo rompió y se introdujo por él en el interior del automóvil. Reptó hacia el asiento delantero y, sin pensarlo dos veces, arrancó a su amigo los hierros que tenía clavados en el pecho y –lo que es más sorprendente- le metió los dedos en la boca para sacarle los dientes que el actor se había tragado y que le estaban bloqueando la traquea.

Grafología de Elizabeth Taylor

¿Valiente, irreflexiva, pasional? Estos adjetivos y muchos más sinónimos movieron a la actriz para salvar la vida de su amigo, unidos, claro está, al fuerte sentimiento de amistad incondicional, casi fraternal, que sentía por él.

Lo curioso y lo que atañe a la grafología que nos ocupa es que, observando la escritura de Liz, no extraña en absoluto su resolutivo comportamiento. Otra en su lugar se hubiera quedado paralizada, aterrorizada; se habría puesto histérica, o tal vez, triste y compungida. Pero ella demostró el arrojo y la valentía, el impulso irreflexivo y apasionado al que da luz claramente su forma de escribir.

Autógrafo de Elizabeth Taylor

Si observamos las letras de Liz Taylor, descubrimos una grafía inclinada a la derecha, con un gesto voraz de avanzar, casi apisonando todo lo que se la pone por delante. Retrata el gesto de los temperamentales, viscerales, los que no piensan las cosas antes de actuar, los que se arrojan al vacío sin paracaídas, los temerarios, los que se salen de sí. Sus formas angulosas y punzantes hablan además de un temperamento fuerte, de un carácter rebelde, radical y reaccionario. Es un auténtico terremoto al que resulta muy difícil no ver venir de lejos, ya que procura siempre constituirse en foco de atenciones, con cierto egocentrismo no exento de vanidad, muy común, por otra parte, en las grandes divas de Hollywood.

Es éste un tipo de perfil que lleva la capacidad de iniciativa y la actitud proactiva hasta niveles exagerados. Es un perfil irreflexivo, orientado a objetivos y, en general, bastante irrespetuoso porque, para conseguir sus objetivos, puede pisar a quien se les ponga por delante con tal de llevarse ellos el trofeo del logro. En los procesos de selección de personal no suele ser demasiado bienvenido cuando nos solicitan a los grafólogos valorar las competencias de iniciativa, proactividad y talante resolutivo de un candidato. Este perfil se pasa varios punto de revoluciones, rebasa el estándar y se suma al grupo de los celosos, arrebatados e imprudentes. Pero ¡¡Aquí está!! En un contexto determinado como es éste, no podemos decir que Liz Taylor no fue la candidata perfecta para, ni más ni menos, que salvar una vida.

Grafología de Elizabeth Taylor

Ni que decir tiene que el actor quedó desfigurado de por vida, tras sufrir una cuádruple fractura de mandíbula, rotura de nariz y profundos desgarros en mejillas y ojos. Pero logró sobrevivir gracias a la intervención de una imprudente cabezaloca.

¿Qué hubiera pasado si…?

¿Qué hubiera pasado de no haber estado allí una persona que escribiera con letras volcadas, precipitadas y descontroladas, con la fuerza vital y volitiva que imprimen las formas angulosas y las “tes” lanzadas y altas, con los pies y crestas de letras arremolinados y machacándose entre sí, sin respeto ni concierto alguno?

Dejo mi pregunta en el aire para grafólogos profesionales y aprendices y también para aquéllos que aún os estáis preguntando “¿Será verdad que nuestra escritura refleja nuestra personalidad?”

Sandra Cerro – Grafólogo y perito calígrafo

sandracerro.com

Fuente de las imágenes en este artículo y video: Pixabay, Pinterest, Paramount Pictures, RH Auctions, Vintage Memorabilia y DailyMail