Es una gran verdad aquello de “antes se pilla a un mentiroso que a un cojo”. En este artículo vamos a dar algunas pistas para detectar cuándo una persona está mintiendo, en momento de entablar con ella una conversación, o en un interrogatorio policial o en una entrevista de selección. Nos fijaremos, sobre todo, en su mirada y en su escritura.

La mirada

Una mirada franca es la que va de frente, la que nos mira serenamente a los ojos sin desviarse. Esos son los ojos sinceros, los que dicen la verdad.
El secreto de la mirada que se evade hacia la izquierda o hacia la derecha no está en otro lugar que en nuestro propio cerebro.
Sabemos que el cerebro humano consta de dos hemisferios: el derecho es el llamado “hemisferio creativo”, es el que comanda la mano izquierda y ejerce todas las funciones artísticas, sensitivas, intuitivas e imaginativas. En cambio, el hemisferio izquierdo es el “hemisferio racional”, el que comanda la mano derecha y ejecuta las funciones matemáticas, lógicas y prácticas.
Si la persona que tenemos de frente, ante una pregunta, orienta su mirada hacia la zona izquierda-arriba, es porque se está refugiando y buscando la respuesta en su hemisferio derecho –mira hacia él, hacia su derecha-, por tanto, está intentando evadir la realidad, encontrar una respuesta creativa, inventada; estaría pues mintiendo. Si, por el contrario, la persona que nos mira, ante nuestra pregunta orienta su mirada hacia la derecha-arriba –su izquierda- está buscando la respuesta en su hemisferio izquierdo, en su área realista, en sus propios recuerdos y, por tanto, su respuesta va a ser verdadera.

La escritura

La grafología es como una especie de “polígrafo”, que acompaña a la entrevista de selección. La mano que escribe está directamente comandada por el cerebro, de modo que, cuando alguien está redactando mentiras en su carta de presentación o en su currículo manuscrito, siempre va a tropezar al verse traicionado por sus verdaderas emociones y el poder de su realidad. A estos “tropezones” manuscritos los llamamos “lapsus calami”, esto es, ante una “palabra estímulo”, que provoca una emoción en el escribiente –bien porque le trastorna, o porque le gusta, o bien porque es mentira- el texto va a traducir, de forma totalmente refleja e inconsciente, un lapsus o tropiezo.
Estos lapsus suelen aparecer como borrones, tachaduras, trazo interrumpido, lapsos de cohesión y, muy generalmente, cuando esa palabra es una mentira como un castillo, una inhibición en el tamaño de la misma. Cuando una palabra escrita está expresando una mentira, pretende ocultarse y pasar desapercibida, por tanto empequeñece.
Es por esto que, cuando la entrevista de selección va precedida de un estudio grafológico, el entrevistador puede contar con un previo aviso del grafólogo invitándole a que incida en preguntas relacionadas con aquellas partes en las que el candidato ha cometido “lapus calami”, en su carta de presentación, currículo o biografía laboral. ¡Le van a cazar entre los dos, seguro!

Sandra M. Cerro
Centro de Grafología Sandra Cerro
www.sandracerro.com

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