La gran mayoría de las veces, las empresas no son conscientes de que, a la hora de contratar a un trabajador para un determinado puesto, o de reubicarlo en uno ya existente, siempre hay cosas mucho más importantes que el tan sobrevalorado currículo o perfil técnico-académico. Entre estas cosas destacan la motivación y el ajuste persona-puesto que sea correcto y razonable.

Cada persona tiene dos elementos que brillan con luz propia: uno son las motivaciones o los deseos, y otro son sus recursos o habilidades.

El encaje de estos dos elementos brillantes con el puesto concreto que la persona ocupa o va a ocupar, constituye la clave para que la empresa pueda obtener el máximo rendimiento y, en consecuencia, los mejores resultados. Nadie pretende llegar en calabaza al baile de Palacio ¿no es así?

Análisis del contenido del ajuste

Si las necesidades o deseos del trabajador se encuentran ajustados con los requisitos del puesto y los objetivos de la organización, tenemos un ajuste ideal. Es fundamental que este ajuste sea positivo, dinámico y evolutivo a lo largo de la vida laboral de la persona, y que sea justa y continuamente evaluado. De este modo, el empleado trabaja motivado porque obtiene lo que desea, sus necesidades están satisfechas, está a gusto, rinde más, y así todos contentos.

Si el puesto de trabajo concuerda además con sus características de personalidad, el ajuste se hará por vocación, y el resultado será mejor aún. Un candidato puede tener un currículo redondo y perfectamente adaptado al puesto, pero si su personalidad no encaja en ciertas exigencias de su trabajo o de la empresa, no hay mucho remedio.

Es por ello fundamental conocer a los candidatos o empleados de un puesto, indagar en sus motivaciones, en lo que les mueve, y también en su carácter y forma de ser y actuar en la vida.

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Si recordamos la película Babe, el cerdito valiente, podemos ver un buen ejemplo de ajuste por vocación: tener la templanza, el ingenio, la empatía y otras habilidades de técnica y temperamento pueden hacer de un cerdito todo un crack como perro ovejero.

Actualmente, la grafología es una técnica que apunta maneras, de forma muy eficaz, para indagar no sólo en la personalidad, sino también en los posibles intereses y motivaciones, que mueven a una persona y le hacen encajar en unas actividades o puestos más que en otros, y con mejores resultados, dejando de lado el perfil meramente técnico y académico.

Se observa que las escrituras donde predomina la parte inferior del escrito (los pies de las “g”, “p”, “q”, etc) son propias de personas con necesidades más primarias, instintivas y materiales, como por ejemplo un buen salario, o una buena posición económica. Las escrituras en las que predomina, en cambio, la parte superior (crestas en «d», «l», etc), son más idealistas, pragmáticas, y prefieren avanzar intelectual y profesionalmente, ejercer la creatividad y que se tengan en cuenta sus ideas dentro del equipo, por encima de otros valores o motivaciones. Los escritos que se proyectan hacia la zona derecha, con letras inclinadas y trazado progresivo, van buscando más el contacto social, el buen ambiente de trabajo, y también una realización profesional fructífera,  innovadora y dinámica, relacionada con el trato interpersonal y lejos de la rutina. Para esta última, para la bendita rutina, el trabajo con máquinas, de forma autónoma y sin contacto social en exceso, sin grandes cambios ni giros inesperados, y por supuesto sin responsabilidad ni estrés, quedan los escritos donde predomina la zona izquierda.

Análisis desde la perspectiva del estrés laboral

Está claro para todos que, aunque todos tenemos un cierto grado de adaptación a los cambios y a las presiones, hay personas que soportan mejor el estrés que otras, y un desajuste persona-puesto en este sentido puede ser fatal:

Si los recursos del trabajo están por debajo de las necesidades y muy por encima de las habilidades del trabajador, el desajuste puede generar tensión, estrés y, en el peor de los casos, ansiedad.

Si, por el contrario, los recursos son mayores que las necesidades o motivaciones, y están por debajo de las habilidades, el trabajador tendrá la sensación de estar malgastando su talento inútilmente, y tal desajuste provocará desmotivación o, lo que es peor, una “fuga de cerebros” en la empresa.

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Para medir la capacidad de resistencia al estrés y la presión desde el punto de vista de la grafología, se tiene en cuenta la flexibilidad del renglón, que nos habla de la capacidad de adaptación de la persona al entorno, y también el dinamismo e inclinación de la escritura. Las escrituras dinámicas, en las que predomina la agilidad y el movimiento sobre la forma, así como los escritos cuyas letras se inclinan a la derecha, soportan mejor las presiones, las responsabilidades, son más resolutivas, y tienen mayor capacidad de respuesta ante los cambios e imprevistos. Un desajuste persona-puesto en estos temperamentos, provocaría desidia y desmotivación. Por el contrario, las escrituras rígidas, verticales o invertidas a la izquierda, con ausencia de movimiento o vibración, son menos receptivas a las sorpresas, y por ello prefieren la seguridad en el puesto, la rutina y la subordinación acomodaticia, sin estrés ni responsabilidad. Un desajuste persona-puesto en estas personas provocaría ansiedad.

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Sandra Mª Cerro

Grafóloga y perito calígrafo

e-mail: sandra@sandracerro.com

 

CENTRO DE GRAFOLOGÍA SANDRA CERRO

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