En tiempos convulsos de crisis económica o cambios acentuados en la sociedad, como los que vivimos actualmente tras la pandemia del Covid, que nos obligan a poner a prueba nuestras fortalezas y debilidades y a tratar de salir a flote, boqueando en un mar de borrosas expectativas, es importante que nos planteemos si tenemos o no capacidad para enfrentar la incertidumbre.

Actitud ante lo incierto como competencia profesional

Este planteamiento también pueden formularlo aquellas empresas que estén pensando contratar a nuevo personal. La habilidad para enfrentarnos a lo incierto, al terreno inestable o al puerto inseguro, es una de las competencias profesionales que están despuntando en los últimos años de una forma inevitable.

En las últimas selecciones de candidatos que he realizado, las empresas me han planteado esta competencia de distintas formas, encubierta bajo distintos nombres: “autoconfianza ante los problemas”, “habilidad para afrontar situaciones inciertas”, “actitud positiva ante imprevistos”, etc.

No todos tenemos la misma fortaleza vital, actitudinal y volitiva a la hora de enfrentarlos a los grandes agujeros negros que pueda depararnos la vida personal o profesional. ¿Cómo podemos detectarla a través de la escritura?

El abismo de la incertidumbre

La capacidad para enfrentar la incertidumbre es un combinado de varias competencias fundamentales:

  • Capacidad afrontar imprevistos o manejar las situaciones de crisis.
  • Resistencia al estrés.
  • Capacidad de adaptación.
  • Seguridad en uno mismo.
  • Capacidad de resiliencia.
  • Actitud proactiva y capacidad de iniciativa.
  • Valentía.

Todas estas cualidades tienen grandes componentes en común, como son la actividad, el nervio vivo, el talante dinámico y activo, esa capacidad para no quedarse paraliticado ante un imprevisto y mover el trasero para buscar soluciones eficaces de la forma más ágil posible. También incluye cierto grado de confianza en las propias cualidades y recursos personales sumada a la capacidad de salir airoso de los problemas, llevando bajo el brazo al menos un aprendizaje. Por supuesto es necesaria cierta inclinación hacia el futuro, dejando de lado los miedos, con intención de avanzar, de proyectarse, de crecer aunque tenga que ser bajo circunstancias adversas que son, por otra parte, las que en definitiva más nos enriquecen y enseñan. Y, por último, la flexibilidad tanto mental como de acción, la capacidad de adaptación y facilidad para amoldarse a lo que venga, con actitud receptiva y sin desestabilizar los cimientos de la propia integridad y fortaleza personal.

¿Cómo se revela esta cualidad en la escritura?

Para descubrir a los individuos más capaces de enfrentarse a la incertidumbre, el grafólogo rastreará aquellas escrituras con inclinación hacia la derecha, signo que va a delatar la orientación hacia el futuro, la focalización hacia metas, la intencionalidad de proyección y de avance pese a todo tropiezo o evento borroso o incierto. A este gesto de proyección se sumará también la continuidad del escrito: letras ligadas o agrupadas dentro de la palabra, con ritmo constante, rasgos progresivos y cadencia fluida y armónica.

La escritura de los valientes ante la incertidumbre se aproxima con frecuencia al margen derecho, no tienen miedo a enfrentarse al abismo de lo desconocido que reside precisamente en esa zona del escrito. Por supuesto tiene que ser también escrituras vibrantes, ágiles, dinámicas, que mantengan la armonía sin altibajos pero sin minorar la velocidad, escrituras sin pausa, espontáneas, en definitiva, escrituras con letras inquietas, vivas. La dirección de los renglones será horizontal, siempre flexible, o ligeramente ascendente como signo de vitalidad anímica y capacidad de automotivación.

En lo referente a la firma, los valientes suelen situarla a la derecha del texto, incluso pegadita al margen los más impetuosos.

Pueden existir otros gestos gráficos para afinar el detalle de esta cualidad personal y profesional pero, en esencia, estos serían los más importantes. Sería este el sello manuscrito de los osados, de los valientes, de los “Juanes sin miedo” de la vida y de la empresa, de los candidatos a un puesto con garantía de capacidad de afrontamiento ante la adversidad, de las personas capaces de enfrentar la incertidumbre con cierta serenidad.

Sandra Cerro – Grafóloga y perito calígrafo

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