Los grafólogos profesionales tenemos una gran responsabilidad. Esta responsabilidad no sólo se enfoca en el rigor científico del que debemos dotar a nuestros informes grafológicos, sino también en la forma en que difundimos nuestro trabajo.
La grafología sigue siendo, hoy en día, una disciplina muy desconocida, y lo es en gran parte por la falta de una difusión rigurosa. Por eso me he animado a escribir este artículo, especialmente dirigido a grafólogos principiantes o a estudiantes de grafología, con algunos consejos para dar a conocer nuestra profesión con la formalidad, rigurosidad y responsabilidad que merece:
El grafólogo es un profesional.
La grafología es una técnica científica que se aplica en múltiples áreas de actividad y, por lo tanto, el grafólogo es un profesional que debe cobrar de forma justa por su trabajo. Este trabajo incluye muchos años de dedicación profesional y estudios, sabiduría acumulada por su experiencia, además de las horas de trabajo por cada informe grafológico que realiza. Un informe grafológico no puede ser gratuito, ni tener un bajo coste porque no sólo es un trabajo que requiere tiempo y mucha profundidad de análisis sino también porque es un trabajo totalmente artesanal y exclusivo para el cliente que lo solicita.
Así que, si eres grafólogo, por favor, no subestimes nunca tu trabajo. Si eres estudiante de grafología recuerda incluir siempre el tiempo invertido en tus estudios y tu sabiduría en los presupuestos que hagas cuando te conviertas en profesional.
Un informe grafológico conlleva mucho tiempo de dedicación y trabajo.
El análisis de un manuscrito por grafología no es un trabajo banal que se puede hacer en cinco minutos. Es un trabajo de horas, que requiere concentración y muchísima minuciosidad. A veces, analizar un manuscrito es como montar un laborioso puzzle. Nuestra personalidad reflejada en la escritura tiene tantos matices que, primero, no podemos obviar ninguno y, segundo, debemos saber hilar cada gesto aislado que interpretamos para integrarlo dentro de todo un complejo conjunto. Por eso, cuando difundimos la grafología, debemos explicar bien esto: que no hacemos análisis como se hacen los churros, que precisamos manuscritos adecuados para ser analizados y que además necesitamos varias horas para poder realizar nuestro trabajo con eficacia.
Si eres grafólogo rechaza siempre los análisis rápidos y explica, en la medida de lo posible, cómo trabajamos a los clientes profanos en esta materia.
El grafólogo no es un charlatán televisivo.
Hablar sobre grafología en medios de comunicación no siempre es una buena forma de difundir. Aquí también debemos olvidarnos del “minutito de gloria en televisión” y saber filtrar qué medios son adecuados y cuáles no para hablar sobre nuestro trabajo. En televisión sobre todo, la mayoría de las veces, el tiempo está muy limitado y no nos permiten explicarnos bien. Los análisis suelen salir sesgados y es muy importante dejar claro que la grafología profesional es mucho más que cuatro pinceladas en un programa de tele o radio.
Por otra parte, considero que es de sentido común pensar que todo grafólogo que se precie como profesional nunca debe colaborar en programas “basura”, analizando a personajes de moda con solo cuatro trazos o una firma realizados de cualquier manera y sin comprobar siquiera los manuscritos originales. ¡Seamos sensatos! No toda difusión en medios es una difusión adecuada. Y una mala difusión no sólo salpica al profesional que la realiza, sino a todo un gremio que se está esforzando en proclamar el carácter científico y serio de la labor que realizamos en empresas, publicaciones científicas, espacios informativos o en instituciones relevantes, que nada tienen que ver con la charlatanería de la “telebasura”.
El grafólogo nunca analiza firmas ni grafías de forma aislada.
Es un error garrafal en todo grafólogo profesional que se precie el hecho de difundir que se pueden sacar rasgos de personalidad solamente analizando firmas o gestos aislados en un manuscrito reducido. El grafólogo riguroso debe negarse en rotundo a realizar análisis únicamente de firmas y, si lo hace, debe explicar siempre que su análisis será parcial y sesgado. El protocolo es solicitar al cliente un manuscrito suficientemente extenso (al menos una página) y firmado al pie. Texto y firma siempre deben ir juntos; nunca el uno sin la otra. El análisis de firmas, además de ser un análisis parcial, puede resultar muy erróneo en las conclusiones si no se coteja con las grafías de un texto escrito por la persona firmante. Con la interpretación de las rúbricas ocurre lo mismo, ya que no deja de ser un gesto aislado y, si no comprobamos su presencia en otros elementos del texto escrito, nos puede inducir a una mala interpretación.
Así que, si eres grafólogo, no aceptes encargos para analizar solo firmas y, si difundes la grafología con firmas, deja siempre claro que el análisis que vas a hacer es muy parcial e incompleto.
Un grafólogo no es un feriante.
La grafología es una técnica científica hermanada con la psicología, ya que es una de las disciplinas que más profundiza en el inconsciente de la personalidad humana. La grafología, por lo tanto, no es un juego, no es algo banal con lo que pasar el rato o con lo que divertirse o divertir a los demás.
No es extraño que, los que desconocen de qué va nuestro trabajo, nos contraten para participar en eventos, fiestas, ferias de lo más variopinto. A mí me han propuesto trabajar desde en ferias de artesanía hasta en fiestas de navidad de empresas o en eventos temáticos, algunos totalmente rocambolescos. Prestarnos a ese tipo de encargos, por mucho que nos paguen, significa devaluarnos a nosotros mismos, restarnos credibilidad, hacer una difusión nefasta de nuestro trabajo y devaluar no sólo a nuestra profesión sino también a nuestros colegas grafólogos.
Sólo hace falta un poquito de sentido común y una pizca de pasión por esta profesión que nos fascina para saber filtrar los encargos profesionales, aquellos que nos dignifican, que nos dan autoridad y dotan de credibilidad a la grafología, de los que no lo son.
Gran parte de las críticas que pesan sobre la grafología se debe al desconocimiento, pero otra grandísima parte se debe a la malísima difusión que muchos de nosotros, los grafólogos, nos estamos encargando de hacer, a veces de forma inconsciente y sin saberlo. Nuestra disciplina está avanzando a pasos agigantados en muchas áreas, sobre todo en la empresa, con la selección de recursos humanos, y también en instituciones dedicadas a la enseñanza y la investigación. No lo olvides, grafólogo, tú eres un investigador, un técnico objetivo, un profesional riguroso, responsable y serio, así que difunde la grafología ¡difúndela mucho! pero hazlo bien, sin tirarte piedras sobre tu propio tejado.
Sandra Cerro
Grafóloga y perito calígrafo
Muchas gracias Sandra por tus palabras, muy acertadas también en este lado del planeta, donde la Grafologia sigue siendo aún, una disciplina totalmente desconocida. Te envío un cordial saludo desde Argentina.
Gracias a ti, Juli!