Leonor

Inicia su firma con una alta “L” mayúscula, signo de buena autoestima y orgullo de si misma. Esta “L” realiza una bolsa a la izquierda muy similar a la que hace la reina Letizia en la inicial de su nombre.

No obstante, la rúbrica de Leonor tiene más influencia de su abuelo, el rey Juan Carlos, en el hecho de rubricar antes de firmar. La “L” de Leonor y la “J” de Juan sirven de soporte para el resto de la firma y marcan previamente el camino sobre el que hay que pisar. Este gesto que comparten abuelo y nieta revela reflexión y capacidad de planificación y previsión a la hora de actuar, conciencia del camino que se ha de seguir.

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Las letras ligadas entre sí, respetando el modelo caligráfico escolar, nos hablan de constancia, perseverancia, esfuerzo de la niña por mantener la disciplina y mostrarse correcta, por hacer las cosas bien y no perder el hilo, en sus tareas. También nos habla de carácter afable y social, si bien Leonor es algo más tímida y e introvertida que Sofía.

La forma de la escritura es curva redonda, lo que implica sencillez y dulzura en el trato. Leonor se preocupa por poner los puntos sobre las “ies” justo encima del palote, lo que implica buena capacidad de atención a los detalles, y además precisión.

Destaca el puntillo al final de la firma, que además de ser un gesto para poner un punto final y rematar lo dicho, constituye también una muestra de ligera desconfianza hacia los demás. 

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La evolución de la firma de Leonor en los últimos cuatro años es muy reveladora del proceso de madurez personal, emocional e intelectual de la niña. Desde el esfuerzo caligráfico contenido y ajustado al modelo escolar de su firma de 2012, hacia una caligrafía mucho más personal, suelta y espontánea. El modelo de rúbrica con la “L” inicial como soporte del resto de la firma, parece que se ha integrado como seña de identidad en los últimos dos años. La mayúscula, emblema de la autoestima y el carisma, se ha fortalecido, sobre todo en el último año.

 

Sofía

Es curioso observar cómo la escritura de Sofía, aún siendo dos años menor que su hermana, tiene más rasgos de personalización y madurez personal. Su escritura se aparta del modelo caligráfico escolar de pauta ligada, para desligar sus letras dentro de la palabra. Esto implica cierto aire de independencia y autonomía, que puede estar influenciado porque a ella, por ser la menor y no ostentar el peso de un futuro cargo regio, no se la exija en su educación tanta corrección, formalidad y disciplina. Sofía va más a su aire, y es un tanto más orgullosa y extrovertida que su hermana. La gusta hacerse ver y destacar su presencia. Su temperamento, también dulce y afable, se muestra en sus letras redondas y de formas suaves.

Al igual que su hermana, Sofía cuida la calidad de su escritura y se fija en los detalles. No hay más que ver con qué contundencia marca la tilde sobre la “i”, y la perfección del trazo en el moñete de la “ñ”.

Su escritura personalizada adoptando rasgos tipográficos, como la “f”, implica buen nivel cultural, posiblemente influenciado por una dedicación habitual o gusto por la lectura.

Las mayúsculas más proporcionadas con el cuerpo central del escrito, reflejan una autoestima sana y moderada, si bien la “E” de “España” da muestra de un mayor carisma y una posible conciencia de su alta posición, y de su identificación y responsabilidad para con su país.

La rúbrica de Sofía es envolvente, con una rayita rematando el final. Curiosamente, es la misma rúbrica que hacía su hermana Leonor cuando tenía su misma edad. La envoltura en forma de cápsula o huevo implica necesidad de sentirse protegida y resguardada por su entorno. La raya final es también un signo de desconfianza e inseguridad.

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La evolución de la firma de Sofía, en sus cuatro tarjetas navideñas, es el reflejo de una niña que ha madurado de forma prematura y positiva, en parte gracias a tener a su hermana como referente. Es común en niños que tienen un hermano pocos años mayor, que le tomen como referente o modelo a seguir. Además, el simple acompañamiento del hermano en su etapa caligráfica, invita a la imitación, y suele provocar que el hermano menor aprenda a leer y a escribir de forma prematura, al tener la posibilidad de observar de cerca el aprendizaje de su hermano-modelo y absorber de el, a temprana edad, como una esponja. A este hecho puede deberse que Sofía, con sólo cuatro años, fuese capaz de escribir su nombre con caligrafía correcta, y que, en consecuencia, haya madurado y personalizado su escritura mucho antes que su hermana.

El despunte desde la firma de 2013, perfectamente ligada y respetando la pauta caligráfica, hacia la firma de 2014, desligada, personalizada y con rasgos tipográficos (por ejemplo, la “f”), implica un salto de madurez abismal, en una niña tan pequeña.

 

En una entrevista para El Confidencial Digital, explico las firmas de las dos princesas de España. Puedes ver el video-reportaje pinchando sobre la imagen inferior:

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Sandra Mª Cerro – Grafóloga y Perito calígrafo

Centro de Grafología Sandra Cerro

www.sandracerro.com