“Tengo mi propia versión del optimismo.

Si no puedo cruzar una puerta, cruzaré otra o haré otra puerta.

Algo maravilloso vendrá, no importa lo oscuro que esté el presente”

(Rabindranath Tagore)

 

Claro está que no todos podemos ser felices siempre y en todo momento, y que el estado anímico es una de las variables más coyunturales del ser humano, ya que depende de circunstancias externas muy difíciles de controlar, pero también está claro que la habilidad para encarar la vida de una forma positiva es una actitud no sólo deseable para todos, sino también muy apreciada a la hora de seleccionar recursos humanos para una empresa o de compartir equipo de trabajo.

Esto es así porque, además de ser positivo y beneficioso por sí mismo, el optimismo tiene otra gran virtud: puede llegar a ser contagioso.

Las personas optimistas suelen sobrellevar mejor los problemas, son más resistentes al estrés, son capaces de ver el lado más brillante de las cosas y ser más creativos, ya que pueden sacar un aprendizaje positivo a partir de los errores o tropiezos.

A la hora de trabajar en equipo pueden aportar un valor adicional al mismo porque no sólo ven el lado bueno de las cosas, sino también de las personas, y es por ello que tienden a ser más tolerantes, abiertos y afectivos.

“Nadie está libre de herirse los pies al caminar, nadie está vacunado contra las desgracias y pesares. Pero cuando la firma asciende, a pesar del descenso de líneas, ello corroboraría la esperanza personal de victoria, de triunfo y alegría, a pesar de los ramalazos de tristeza que nos llegan de fuera”.

(Mauricio Xandro, “Grafología Superior”)

El rasgo más evidente en la escritura de las personas optimistas es la espontaneidad de su escritura, que aparece ágil, dinámica y con tendencia al ascenso en los renglones.

La firma ascendente ya constituye la guinda del pastel.

La escritura del optimista transmite vitalidad y entusiasmo, y si esto se une a rasgos de proyección y sociabilidad, pueden conformar a un candidato muy apto para integrar un equipo de trabajo, y con buenas perspectivas de actividad y rendimiento.

En general, será una escritura de tamaño normal o grande, con palabras extendidas, que implican extroversión, habilidad para moverse con seguridad en uno mismo y naturalidad, en el entorno, y de plantar cara a las diferentes situaciones. La escritura de los optimistas se aleja de la monotonía y de la caligrafía escolar, y puede añadir ciertos toques de originalidad a la grafía, que le den un punto creativo.

Sandra Cerro – Grafóloga y Perito calígrafo

sandracerro.com

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