Introducción biográfica
Benito Pérez Galdós fue y sigue siendo uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX, calificado como el mejor novelista español después de Cervantes.
Además de su faceta como novelista, fue dramaturgo, cronista y político.
Nació el 10 de mayo de 1843, en Las Palmas. Siendo aún niño, su padre le aficionó a los relatos históricos, contándole pasajes y anécdotas de la Guerra de la Independencia, en la que, como militar, había participado. Ya adolescente, combinó sus estudios con la colaboración en la prensa local, donde publicó poesías satíricas, ensayos y algunos cuentos.
Su juventud transcurrió en Madrid. Ingresó en la Facultad de Derecho y, aunque nunca terminó la carrera, su estancia en la capital le permitió realizar colaboraciones en revistas y frecuentar los ambientes literarios de la época.
Como literato realista que fue, se opuso al Romanticismo, limitando los elementos fantásticos en sus obras y ambientando sus relatos en la realidad de su época. Optó por el uso de un lenguaje cotidiano, logrando una concepción muy rica y amplia de la novela, combinando con acierto el realismo de las cosas con el de las almas.
La revolución de 1868 contribuyó en mucho al renacer de la novela realista en España. Para entonces, Galdós era un liberal desengañado de las consecuencias de la revolución y eso le impulsó a escribir novelas, de temáticas tanto históricas (los “Episodios Nacionales”) como contemporáneas. Para conocer bien España se dedicó a recorrerla en ferrocarril, en tercera clase, para poder convivir con el pueblo miserable, hospedándose en posadas y hostales de mala muerte.
Galdós era un hombre de costumbres. Solía levantarse a la salida del sol y escribía regularmente hasta las diez de la mañana. Lo hacía a lápiz porque la pluma –decía- le hacía perder el tiempo. Después salía a pasear por Madrid para espiar conversaciones ajenas y observar detalles mundanos que después plasmaba en sus novelas. No bebía, pero acostumbraba a fumar cigarros de hoja. Las tardes las dedicaba a leer con fruición.
Después volvía a sus paseos o frecuentaba el Ateneo, donde tuvo oportunidad de hacer amistad con intelectuales y políticos de todas las tendencias. Era también asiduo de las tertulias que se celebraban con frecuencia el los cafés de la capital. A partir de 1872, Galdós eligió cambiar los tórridos veranos madrileños por su animada finca de San Quintín, en Santander.
De su vida sentimental sólo se sabe que fue tan ajetreada como discreta. Ejerció como un eterno soltero de oro. Nunca se casó. En su larga lista de pasiones y amores, destacan la actriz Concha Morell y la novelista Emilia Pardo Bazán. Sólo tuvo una hija, María, en 1891, nacida de su relación con Lorenza Cobián.
Por influencia de su compañero de tertulias, Práxedes Mateo Sagasta, ingresó como parlamentario en las Cortes por Guayama en 1886 para, años mas tarde, encabezar la lista a la candidatura de la Conjunción Republicano-Socialista por Madrid.
En el último periodo de su vida, Galdós repartió su tiempo entre los compromisos políticos y su prolífica actividad como dramaturgo. Sus últimos años estuvieron marcados por su pérdida de la visión y por su tendencia a endeudarse continuamente.
En la madrugada del 4 de enero de 1920, murió en su casa de la calle Hilarión Eslava, en Madrid. Su entierro fue multitudinario. Unos 30.000 ciudadanos acompañaron su ataúd hasta el cementerio de la Almudena. En señal de duelo, esa noche todos los teatros de Madrid se cerraron y colgaron el cartel de No hay función.
El modelo caligráfico en la época de Galdós
El modelo caligráfico de Benito Pérez Galdós responde a los cánones arquetípicos de la cultura y la sociedad del siglo XIX.
Destacan sus letras, sobre todo, por una marcada inclinación hacia la derecha, como reflejo de la impulsividad, el fogoso empuje de las pasiones y la tendencia a dejarse llevar más por los impulsos del corazón, que por el dictado de la razón.
La ampulosidad de las mayúsculas iniciales, adornadas y sobrealzadas es expresión de la importancia de la propia autonomía, el culto al ego personal y al individualismo, herencia del espíritu del Romanticismo.
La originalidad se puede apreciar en las hampas de las primeras letras, con volutas y adornos, siendo muy característica la “d” elevada y curvada hacia la izquierda, colgada o inconclusa.
En esta época conviven las rúbricas elaboradas, curvas y adornadas, que rinden culto a la originalidad con las que, con un trazo más sencillo bajo el nombre, son muestra de la reafirmación del Yo.
Las jambas pronunciadas, normalmente respetuosas con el resto del escrito, expresan las tendencias materialistas y las querencias sexuales, indiscutibles ambas en la personalidad del autor que nos ocupa.
La escritura galdosiana
Para poder analizar e interpretar con propiedad los principales rasgos grafológicos de la escritura Galdós, es preciso diferenciar la grafía de las cartas personales, de la de los manuscritos de sus obras. En las primeras cuida la grafía para que sea más legible, se observa limpieza y armonía. Sin embargo, en los manuscritos escribe con mayor rapidez para reflejar las ideas y pensamientos a modo de borrador, por lo que encontramos en ellos frecuentes borrones y tachaduras.
El útil empleado para escribir siempre condiciona el tipo de grafía. En los manuscritos utiliza lápiz para mayor rapidez. La presión es firme, aspecto que apoya un fuerte temperamento, madurez, autoconfianza, tenacidad y ciertos tintes de autoridad. Sin embargo, en las cartas utiliza pluma, cuidando más la estética de la grafía en detrimento de la agilidad.
El tamaño de la letra normal, con tramo de unión entre letras amplio y la inclinación hacia la derecha junto con la “m” y “n” en forma de guirnalda, nos hablan de una persona muy extrovertida, sociable y espontánea con una buena capacidad de comunicación e iniciativa.
Escritor ingenioso e inquieto, da muestra de su gran creatividad y enorme agilidad mental en una escritura rápida, ligada o hiperligada, con presencia de ligaduras altas y rasgos progresivos. Estos gestos, junto con una velocidad rápida y avanzada, apuntan a una afectividad impulsiva y cierta irreflexión en algunos momentos o situaciones.
Su escritura de forma mixta, personalizada y filiforme ratifica su agilidad mental, un buen nivel cultural y buena capacidad para el ejercicio de la negociación y la diplomacia. Observamos también algunos pies pronunciados que revelan una personalidad con pulsiones terrenales, sexuales y materiales. Las mayúsculas iniciales altas, nos delatan, por su parte, una autoestima alta, orgullo personal y cierto sentido de estar por encima de los demás.
La carencia de márgenes, incluso en las cartas personales, aprovechando todo el espacio para escribir, delata una buena capacidad para aprovechar el tiempo y el trabajo.
En su firma vemos que existe coherencia entre ésta y el texto al que acompaña. Característica que revela una personalidad que se muestra tal cual es, en todos los ámbitos y situaciones. Incluye solamente la inicial de su nombre lo que advierte su reserva del yo personal para sus círculos más íntimos.
Los apellidos están ligados para destacar el segundo por ser menos común que el primero.
En cuanto a la rúbrica es sencilla, lo que indica que es honesto y no se esconde. Tan sólo un ligero subrayado nos desvela su necesidad sutil de aprobación y reconocimiento por parte de los demás.
Las letras reflejas más significativas en la escritura de Galdós son:
- Letra t: suelen aparecer con la barra muy proyectada hacia la derecha e incluso con doble barra, como signo de perseverancia y tesón.
- Letra i: aparece con el punto a la derecha y en forma de tilde, como gesto de impulsividad y agilidad mental.
Retrato grafológico, en presente
Desde el área intelectual, observamos en Galdós un pensamiento muy despierto y ágil. Destaca por sus modelos de inteligencia de tipo lingüístico e interpersonal.
El primero referido a su habilidad para el manejo del lenguaje, tanto oral como escrito, que tan bien se palpa en sus obras.
Y, el segundo, orientado a la facilidad para establecer contactos y relaciones interpersonales. Su amplia vida social solo se explica con un sobresaliente don de gentes y destacada empatía para entablar relaciones sociales y de amistad con sus coetáneos.
Se aprecia, a su vez, una mentalidad analítica, capaz de recoger información de distintas fuentes, extraer lo importante y sacar sus propias conclusiones. Un ser con una gran visión de detalle capaz de fijarse en las minucias y de distinguir lo esencial de lo meramente superficial, así como de profundizar en las cosas e ir más allá de lo evidente. Por otra parte, su mente imaginativa y en esencia intuitiva no permite que su natural idealismo le despegue de lo terrenal.
Hablamos de un hombre capaz de comprender las situaciones que se le presentan a diario y a las personas que las protagonizan.
Presenta rasgos de irreflexión, cierta querencia a actuar por impulsos, con patente apasionamiento. Vemos a un hombre seguro de sí mismo, con tendencia a obedecer más al dictado de su corazón que al mandato de su cerebro y muy dado a expresar con fiera vehemencia sus sentimientos y emociones.
Como gran observador de su entorno que es, no deja puntada sin hilo a la hora de analizar y entender su entorno con agudeza, astucia y juicio crítico. A la hora de decidir o actuar, sabe equilibrar con certeza el pensamiento puramente lógico con el dictado de la corazonada. Posee, a su vez, un brillante razonamiento de estilo estratégico, con capacidad para relacionar ideas del pasado y presente con enfoques innovadores para el futuro.
Presenta una gran confianza en sí mismo y en sus recursos personales para poder enfrentar y resolver cualquier situación. Acompañando a su destacada madurez intelectual y emocional, su fuerza de voluntad se ve marcada por altas dosis de dinamismo e ilusión, que se afianzan con un fuerte sentido de la responsabilidad y del compromiso con todo lo que realiza. A estas cualidades se suma su gran sentido estético y su tendencia a mantener el orden, la organización en sus trabajos.
Presenta tendencia a priorizar la cantidad, dotando al más de más peso que el mejor, pero a pesar de su tendencia a abarcar más trabajo en menos tiempo y a priorizar la producción, no descuida la calidad del resultado.
Destaca también por su energía vital muy bien canalizada, lo que le capacita para mantener un alto ritmo de actividad y rendimiento, alentando al máximo la productividad en sus cometidos. Posee una alta capacidad para actuar y trabajar con un ritmo de actividad sostenido, incluso en situaciones adversas o en jornadas extenuantes, apoyado por su temperamento vivo y enérgico por un lado y, por otro, por la autoeficacia y gran autoconfianza para lograr sus metas u objetivos.
Se trata de una persona de mentalidad madura y abierta, con criterios flexibles, tolerante hacia las opiniones de los demás, y excelente capacidad de adaptación a distintos tipos de personas y circunstancias.
Su capacidad de iniciativa es extraordinaria. Sabe proporcionar respuestas eficaces y firmes, con fuerza y empuje, con proyección enfocada a objetivos, desde la eficacia de un cerebro ágil y resolutivo.
Mantiene una actitud vital valiente y le gusta plantearse retos, embarcarse en nuevos proyectos que le hagan sentirse libre y autorrealizado.
Hablamos de una personalidad con alma de líder. Presenta el carisma suficiente para conducir o motivar a las personas que le rodean con sabiduría para sacar lo mejor de sí mismas. Destaca también por capacidad de persuasión que le permite transmitir sus pensamientos de forma clara, logrando así influir sobre las decisiones y actuaciones de los demás. Suele mostrarse considerado con las opiniones de los demás, pero demuestra una tendencia a imponer sus ideas y deseos, como consecuencia de su alta autoestima.
Destaca además por su constancia y perseverancia. Por largo que sea un proyecto o difícil o por muchas dificultades que se encuentre para realizarlo, ya sean trabas propias como externas, él hace uso de su tesón y no abandona el proyecto hasta verlo concluido. No se rinde fácilmente y si quiere conseguir algo o a alguien, insiste hasta que adquiere el objetivo marcado.
En el área de lo social, encontramos a un hombre en esencia extrovertido, que se adapta bien a los grupos sociales, así como a un excelente comunicador.
En el plano más íntimo, se muestra afectuoso y espontáneo. Tiene habilidad para entablar relaciones interpersonales, así como el don de saber persuadir y convencer a través de la palabra, ya sea ésta escrita o hablada.
Sus motivaciones esenciales se concentran en tendencias, en cierto modo, materialistas. Es muy dado a satisfacer su faceta más instintiva y también los intereses económicos. También es clara su proyección hacia el futuro, su patente orientación al logro de metas, manteniendo en todo caso un estatus de sana ambición.
En este retrato grafológico de Galdós, hemos decidido usar el tiempo presente ya que, aún 100 años después de su adiós, sigue más vivo que nunca.
En Madrid, a 28 de marzo de 2020.

Parte del grupo de autores de este artículo, en nuestra visita a la exposición sobre Galdós, en la Biblioteca Nacional (Febrero, 2020)
Fotografías: Sandra Cerro. Exposición sobre Benito Pérez Galdos, en la Biblioteca Nacional de Epaña
Fuentes documentales
Sobre los manuscritos:
Portal PARES Archivo Histórico Nacional- Portal de Archivos Españoles
Sobre la biografía de Benito Pérez Galdós:
Centro de Estudios Montañeses – Biografía de Benito Pérez Galdós
Gobierno de Canarias – Exposición virtual «La tierra de Galdós»
Biblioteca Cervantes virtual – Instituto Cervantes
Biografías y Vidas – Benito Pérez Galdós
