«Esposa del emperador Carlos I de España (Carlos V de Alemania) y madre del rey Felipe II, sin duda dos de los más grandes reyes que nos ha dado la Historia, doña Isabel de Portugal, Reina de España, ocupó un trono tan sólo como consorte, ya que la reina titular era aún doña Juana La Loca, pero supo muy bien ser amante, compañera, madre, mano derecha del emperador, excelente gobernadora de un reino del que se decía que en él jamás se ponía el sol, y una reina muy querida y admirada por sus súbditos.

Paradójicamente a una época en la que los matrimonios reales se concertaban por razones de Estado, Isabel y Carlos fueron inusuales protagonistas de una gran historia de amor. Según relata el cronista Gonzalo Hernández de Oviedo, el primer encuentro entre Carlos e Isabel fue un auténtico flechazo: 

(…) y cuando entró en el Alcázar era ya dos horas de la noche, y entró con muchas hachas. Y cuando llegó al aposento de la emperatriz é se vieron, la emperatriz se hincó de rodillas é porfió mucho por le besar la mano. El Emperador se abajó mucho é la levantó abrazándola, é la besó, é la tomó por la mano é se entraron en otra cámara é se sentaron”.

Durante los primeros años del feliz matrimonio, estando instalada la corte en Granada, el emperador ordenó plantar en los jardines del Mirador de Lindaraja unas semillas persas como símbolo de amor por su esposa. Al poco tiempo las desconocidas semillas florecieron y la ciudad se llenó de claveles rojos. Es por ello que a Isabel se la conoce como la “emperatriz del clavel”. (…)»

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Este es un fragmento del artículo «Isabel de Portugal, Emperatriz y Reina de España. Estudio grafológico», que puedes leer completo en este enlace o pinchando la imagen inferior. Descubre la personalidad, a través de las cartas y el testamento manuscrito, de esta mujer fascinante que marcó la historia, al lado del Emperador más poderoso que ha tenido España.

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