La escritura no posee sólo una dimensión de servicio o estética, no es sólo un medio para expresar nuestros pensamientos, es incluso una extensión de la mente. (Andrew Clark, Profesor de filosofía en la Universidad de Edimburgo)

Cuando tomamos un bolígrafo y comenzamos a escribir tenemos la sensación de que estamos haciendo la cosa más natural del mundo. Es un acto que nos sale de forma automática, sin pensar. Es una dinámica espontánea que ya tenemos integrada entre nuestros hábitos más comunes. Se nos olvida que, cuando éramos pequeños, el aprendizaje de la escritura nos supuso un gran esfuerzo mental y motriz.

Mental porque teníamos que recordar la forma de cada letra antes de escribirla.

Motriz porque nuestra manita aún no estaba habituada a sujetar el lápiz y a moverlo con soltura. Escribir nos suponía tanto esfuerzo y concentración que hasta sacábamos un poquito la lengua al escribir para hacer así más fuerza en el intento y apoyar con nuestra voluntariosa caligrafía a aquél lapicero que a veces se nos resistía.

Cuando el cerebro escribe

Pero llegó un momento en el que aquella complicada caligrafía comenzó a fluir de forma totalmente automática. Entonces nos dimos cuenta de que ya no teníamos que pensarla tanto ni memorizar, ni apretar el lápiz contra el papel, ni sacar la lengua para concentrarnos al escribir. E incluso podíamos hasta desconcentrarnos un poquito, levantar la vista del papel, anticipar pensamientos o incluso combinar el relato de nuestra redacción con nuestro propio diálogo interior y, aún así, a pesar de tal batiburrillo de actividad, seguir escribiendo mecánicamente. En ese momento, mano, ojos y cerebro consolidaron su labor de equipo y empezaron a trabajar juntos como si nada, de forma totalmente inconsciente y automática.

De esta escritura madura, espontánea e inconsciente es de la que se preocupa la ciencia grafológica. La grafología estudia el gesto gráfico como producto de esa compleja combinación de tareas neuromotoras a través de las cuales se dibuja nuestra personalidad, nuestras emociones, nuestras pulsiones más inconscientes y todas aquellas consistencias e inconsistencias que se trasladan desde lo más profundo de nuestro cerebro hasta el papel.

Neurología de la escritura: un complejo y coordinado trabajo en equipo

Visto lo anterior, estad muy atentos a lo que voy a explicar a continuación ya que vamos a conocer las principales zonas del cerebro implicadas en la escritura y cuáles son sus tareas:

Lóbulos del cerebro y escritura

Lóbulo frontal

Es la zona del cerebro que está bajo nuestra frente y que se ocupa de los procesos mentales superiores como el entendimiento, el razonamiento y la abstracción. Es el rincón donde se regula nuestra capacidad para planificar la disposición del escrito sobre la hoja, así como la atención y la secuenciación lógica de ideas en nuestra mente.

En este lóbulo se ubican también funciones relacionadas con el control del lenguaje tales como la asignación del significado a cada palabra. Ahí es donde se producen una serie de asociaciones lingüísticas complejas, como la vinculación de la estructura de cada letra con la forma en que la escribimos. En esta zona se regula también la motricidad fina, los movimientos de la mano y los dedos, así que podrás imaginarte la gran actividad que se produce en esta área de nuestro cerebro cuando estamos escribiendo.

Lóbulo temporal o Área de Wernicke

Es la parte del cerebro que se encuentra en cada hemisferio bajo nuestras orejas, por lo tanto se encargará de analizar y procesar todos los estímulos acústicos que proceden del exterior. También es la zona de control del lenguaje hablado (interrelación con el área de Broca) y el almacén de la memoria a corto plazo.

Cuando tomamos apuntes sobre algo que estamos escuchando por voz de otra persona, los lóbulos temporales se activan para identificar cada sonido con su correspondiente letra y para ejecutar la combinación de sonidos que componen una palabra o una frase.

Lóbulo parietal

Es el órgano encargado de la coordinación óculo-manual, el trabajo en equipo de los ojos y la mano, entre lo que vemos y lo que escribimos, así como de la organización espacial de nuestra página escrita. ¿Has intentado alguna vez escribir con los ojos cerrados? Intenta hacerlo y observa después tu escrito ¡Verás lo que ocurre!

Lóbulo occipital

Es la parte del cerebro que nos ayuda a visualizar, reconocer y validar  las letras antes de escribirlas.

Neuronas

También un buen grupo de neuronas intervienen en el acto de escribir. En el córtex cerebral residen las neuronas piramidales que, cuando se excitan por algún estímulo, emiten la orden de movimiento a las células motoras y los impulsos nerviosos de estas empiezan a corretear por las fibrillas del fascículo piramidal, el bulbo raquídeo, la médula espinal y desde ahí a los nervios de los brazos y a los músculos de las manos y los dedos.

grafología escritura a mano

¿Qué ocurrirá si dejamos de escribir a mano?

Como podéis comprobar, el acto de escribir es muy complejo. Aunque en este artículo he intentado explicarlo de una forma sencilla, en la escritura están implicadas casi todas las áreas del cerebro que van desde el nivel neurológico hasta el nivel motor, trabajando una forma totalmente coordinada y muy especializada. Entender el maravilloso ejercicio que nuestro cerebro realiza en el acto de escribir nos puede ayudar a comprender la importancia que tiene la escritura a mano en nuestro día a día. El día en que dejemos de escribir muchas de nuestras neuronas se fundirán y un montón de funciones neuromusculares se perderán sin remedio. Por eso es muy importante mantener este ejercicio en nuestro día a día, dedicar momentos tranquilos para que nuestro cerebro haga gimnasia, para que las neuronas se mantengan activas y vivan muchos más años.

También es importante ejercitar constantemente la escritura manual y cursiva en los niños. Esto incentivará su actividad cognitiva en aspectos tan importantes como la memoria, la abstracción, la asociación de ideas, la constancia y la perseverancia, la atención y también la creatividad. Un adecuado aprendizaje de la caligrafía a edades tempranas favorece el desarrollo intelectual, volitivo y emocional de los pequeños y les convertirá, a la larga, en adultos más inteligentes, sociables y creativos.

Sandra Cerro – Grafóloga y perito calígrafo

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Bibliografía de interés:

  • Cuetos Vega, Fernando. Psicología de la escritura. Ed. Wolters Kluwer España, 8ª edición (2012)
  • Aguilera Arce, Evelyn. Escritura inteligente. Ed. Seguridad y defensa
  • James, K.H. y Gauthier, I.  Letter processing automatically recruits and sensory-motor brain network. Neuropsychologia, 44, 2037-2949.(2006)
  • López-Escribano, C. Neurociencia del lenguaje. Bases neurológicas e implicaciones clínicas. Panamericana.(2012)